Prólogo de Magua: Diego Ojeda

Decía Gloria Fuertes que al corazón le hace falta poesía, y yo digo que a la poesía le hacen falta mujeres. Mujeres de verdad, mujeres valientes, mujeres escudo, mujeres playa, mujeres montaña, mujeres gigantes, madres, hermanas, mujeres diamante. Mujeres como Eva.

Este libro es una puesta de luna en Cantabria con acento Canario, es un viaje de tres horas sin escalas, es como un camino andado, es como regresar a aquellos lugares donde fuiste alguien, (no voy a decir feliz, por eso de lo de Sabina…) donde fuiste espejo, cicatriz y duda. Es como mirarse por dentro a escondidas. Este libro es paisaje, de mar y de asfalto, este libro es tesoro, escondido, sin mapas.

Me ha llevado tiempo y espacio escribir estas líneas, porque la vida a veces golpea con tanta fuerza que se agotan hasta las palabras, ahora voy reconstruyéndome por dentro y por fuera, pero es imposible esconderse de la nostalgia. Nostalgia por lo vivido, por lo que perdiste, por aquello que no te atreviste a ser, por no ser capaz de quitarte el arnés o por lanzarte al vacío sin llevar encendidas las luces de emergencia, por vivir más de la cuenta, o por cuidarte demasiado y no vivir. Supongo que de eso también habla este libro. Supongo, entonces, que este libro habla por mí. Y tal vez también por ti.

Pero este libro habla de Eva, como si fuera la primera mujer que habitó la tierra, y que cansada del aburrido Adán, decidió bajar a bailar a babel, decidió comer del fruto prohibido, huir del paraíso y convertirnos en mortales. Eva sólo quería bailar, bailar, bailar… y estos poemas tienen ritmo, vida propia, cadencias melancólicas, imágenes imborrables, Eva quiere bailar y vivir, o bailar con la vida, a pesar de las heridas, de los pasados, de la prudencia vespertina del olvido. Eva quiere bailar. Y sabe cómo hacerlo.

Para mí, la poesía es emoción, desgarro, saber encontrar la belleza en lo cotidiano, hablar de pasado en futuro, es como una apnea voluntaria, un revés en el pecho, la poesía no tiene dueños, ni recetas, ni directrices, la poesía es libertad, verdad, magua. Y este libro está lleno de todas estas cosas y muchas más…

Creo que es el momento de abrir el corazón, quitarse el paracaídas y ponerle unos audífonos al alma para escuchar a paso lento todo lo que Eva tiene que contarnos, y si quieres, mientras tanto, bailamos.

Gracias Eva, por enseñaros a vivir, un poquito mejor, con tus poemas. Y sigue bailando, sigue bailando y que nadie apague el incendio que hay en el brillo de tus palabras.

Diego Ojeda (Madrid, 10 de Noviembre 2016)